Porque somos todos conscientes de que la enseñanza es un derecho fundamental y una oportunidad inestimable para el porvenir de los niños y para el porvenir del mundo, la asociación Los Chicos de Cusco acompaña desde el 2007 a decenas de niños de los barrios desfavorecidos de Cusco y de las comunidades rurales circundantes a emprender el camino de la escuela.
Porque el compromiso nos enriquece y da sentido a nuestras vidas y a nuestro mundo, desde el 2007, decenas de voluntarios, padrinos, madrinas, adherentes, donantes se movilizan, para facilitar el acceso a la educación de los niños de familias andinas que provienen del éxodo rural, estigmatizadas por sus orígenes o marginadas de las dinámicas urbanas.
Porque muchos pocos hacen un mucho, la aventura comenzada en el 2007 con una clase y 13 alumnos continúa hoy con 6 escuelas y 310 niños. Y fue con orgullo como, hará en breve 4 años, los primeros alumnos matriculados en Asvin empujaron las puertas del colegio. Hoy en día 35 de ellos reciben enseñanza secundaria, habiendo abandonado el plan de estudios sólo uno de ellos.
Porque nuestro entusiasmo no se detiene en el camino, necesitamos ahora y siempre apoyo y personas bien intencionadas para llevar a cabo los proyectos que nacen de nuestros encuentros con las comunidades: edificar un internado para facilitar la escolarización de los niños de los pueblos alejados y de los niños en situación de extrema pobreza, proporcionar un apoyo material y humano a las escuelas rurales con bajos recursos, apoyar la creación de talleres de artesanía y desarrollar actividades para crear fuentes de ingresos para las mujeres del barrio Hermanos Ayar,..
En nombre de todo el equipo, gracias a todos ustedes por su demonstración de compromiso dentro de la asociación Los Chicos de Cusco, porque el compartir y la solidaridad son valores universales que no sólo ayudan a los niños a crecer, sino que también hacen caer los muros, desplazan las fronteras, nos transforman y transforman el mundo.
«Un profesor, un libro, un lápiz, pueden cambiar el mundo.» Malala, Premio Nobel de la paz 2014.